jueves, 10 de septiembre de 2009

30-9-08

Y es hoy, observando tus manos,
aquellas que el primer día de tu existencia me mostraron toda la delicadeza
y fragilidad de tu ser,
aquellas que hoy ya ocupan las tres cuartas partes de la mía;
Cuando he comprendido la frase de una canción, una frase que quizás fue robada a algún poeta, poeta dueño de tanta hiriente verdad:
"Que caro es el tiempo".
Hiriente porque me evoca miedo, ese miedo que te agarra el corazón, lo compunje y aflora por los ojos, esos ojos tan expresivos que hasta son capaces de hablar...
Miedo,
miedo a que el tiempo se lleve a otro rincón algo que es difícil de explicar con palabras y que quizás ese mismo tiempo no me deje que lo sientas como debes. Porque sí, sé que hoy lo sientes,
pero lo sientes desde un mundo en el que tu mayor pena es quedarte sin esa muñeca morena que adoras y que tu mayor miedo es el ruido del aire golpeando la ventana en la oscuridad,
un mundo lleno de ilusión, un mundo lleno de inocencia y vacío de maldad, un mundo, que con toda la lástima de mi corazón, olvidarás cuando cruces la linea de la edad.
Por todo esto, he decidido escribirte, porque si el tiempo no me lo permite, quiero que seas capaz de sentir con cada palabra que sale de estas manos,
todos los sentimientos que nuestra genial relación
ha ido creando, crea y seguirá creando hasta el día en que yo ya no esté aquí.
Porque nunca antes había prometido nada con tanta seguridad,
lucharé hasta el final por hacerte feliz...
Lo juré aquél 3 de octubre del 2001, era miércoles, 19:20 de la tarde y por fin, tenía algo por lo que sonreir.
¡¡Gracias, bella,
GRACIAS!!




No hay comentarios:

Publicar un comentario